María Sabina, mujer espíritu…

María Sabina (México, 1894-1985) nació heredando las carencias de sus ancestros, que provienen de los indígenas mazatecas, un pequeño pueblo en Oaxaca.

Ella nunca supo su edad y de niña descubrió el poder espiritual de aquellos hongos llamados teonanacatl («carne de Dios»), angelitos o niños santos.

Los comió por hambre junto a su hermana, pero solo a ella le fueron revelados  los secretos del gran libro, según ella contaba. 

Así fue como María Sabina descubrió en los hongos la llave de la sanación. Ella nunca cobró por sus servicios.

María canalizaba a los niños santos como seres espirituales llenos de energía que se hacían presentes durante sus ceremonias, la mujer espíritu podía transmitir mensajes llenos de sabiduría, sanar y conectarse con otros planos de conciencia, más elevados que el que habitamos, el mundo de la materia.

María Sabina era famosa como herbolaria, pues ella conocía el espíritu de la planta, que le susurraba al oído, para así curar los males físicos y del alma. Lo más reconocido en esta mujer curandera es el uso de los hongos que crecían en la tierra mazateca, los cuales tenían propiedades curativas.

María decía de ellos: «Los niños santos curan las llagas, las heridas del espíritu, los niños se toman de noche, soy sabia, yo curo con el lenguaje…».

Acuarela de Vivianne Tantra

Consejo de María Sabina, la curandera

Cúrate mijita, con la luz del sol y los rayos de la luna.

Con el sonido del río y la cascada. Con el vaivén del mar y el aleteo de las aves.

Cúrate mijita, con las hojas de la menta y la hierbabuena, con el neem y el eucalipto. Endúlzate con lavanda, romero y manzanilla.

Abrázate con el grano de cacao y un toque de canela. Ponle amor al té en lugar de azúcar y tómalo mirando las estrellas.

Cúrate mijita, con los besos que te dan el viento y los abrazos de la lluvia.

Hazte fuerte con los pies descalzos en la tierra y con todo lo que de ella nace. Vuélvete cada día más lista haciendo caso a tu intuición, mirando el mundo con el ojito de tu frente.

Salta, baila, canta, para que vivas más feliz. Cúrate mijita, con amor bonito, y recuerda siempre…

¡Tú eres la medicina!

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