Las redes sociales y los sueños ficticios

Las redes sociales se han convertido en un narcótico que ensueña a los usuarios y los aleja de la vida real. La cantidad de horas que se consumen por día crece de manera proporcional a la pasividad e hipnotismo en las personas.

Hace unos días viajaba en tren y me dediqué todo el viaje a observar a los otros pasajeros. Para mi asombro descubrí entristecida, algunas realidades. No encontré a nadie con un libro entre sus manos, todos mantenían una relación umbilical con su móvil y, lo más triste, no se miraban entre ellos. Ninguna sonrisa, ningún comentario para hacer más leve el viaje. Adormecidos y dependientes de una pequeña pantalla rectangular que dispara estímulos constantes. A los días recordé una novela del escritor inglés Aldous Huxley: Un mundo Feliz. El libro fue escrito en el año 1931 y publicado un año después y de una actualidad visceral.

El autor habla en esta novela del soma, una medicina que toman los individuos para no sentir dolor ni melancolía ya que el sistema no admite frustraciones ni emociones negativas.

¿Y no son acaso las redes sociales un soma para las personas? Una relación que se ha establecido para ver todo lo magnifica que es la vida a través de esa pantalla. Mujeres muy bellas, perfectas. Jóvenes con cuerpos de elfo, paisajes paradisíacos y sonrisas permanentes: la vida perfecta. Todo está preparado para que se consuma:  imágenes y productos.  El sistema capitalista ha encontrado el elemento perfecto para parecer inocente.

Las plataformas y sus contenidos amplifican esta ideología. Todo está conectado y durante meses se escucha la misma canción repetida hasta el infinito. Se habla de una serie o película a cada instante y se repite el mismo video como una cinta sin fin. Adormecen a los usuarios reducidos a consumidores y los convierten en seres pasivos que reciben contenidos como lactantes de un pecho artificial.

El sistema capitalista ha encontrado
el elemento perfecto para parecer inocente

Las otras redes sociales no se quedan muy lejos pero se sigue escuchando «lo busqué en Google», como si eso significara la verdad absoluta. ¿Quién se atreve a cuestionar a este nuevo tótem idealizado? Todos tienen cuentas en las redes y hacen un diario de cada día desde que se levantan. ¿Puede haber algo más agotador? Parece que no, porque hay un público que lo consume. Y la fórmula cierra perfectamente. Hay oferta, hay demanda y mercancía. Es un terrible sueño donde el capitalismo es el único que se beneficia, aunque haga creer que todos son felices.

Necesitamos despertar de este sueño artificial. Descubrir que la vida está fuera de esa pantalla. Salir a caminar y sentir, tocar y oír. Todo está para ser disfrutado y es absolutamente real. Porque si la vida es sueño, vosotros sois los únicos que podéis despertar para vivirlos con toda intensidad.

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