Himno de Ugarit

Gran dama fructífera,
de manzana prohibida,
elegancia de escote de drama.

Dice la leyenda
que, cada noche,
esperaba a un dragón,
–mirando a la luna–
desde la ventana,
de su viejo palacio.

Silbando, esperando…
comenzó a sonar,
la primera canción,
de la historia,
invocando al universo,
alineación de planetas.

Plantando,
–de este modo–
la raíz,
que, a día de hoy,
todas las culturas comparten.
La música.

Nikkal, siempre helada,
soñaba con el fuego,
de aquel ser mitológico,
que le rescatara de su rutina,
como hija del rey del verano.
Deseando el terral,
odiando el tiempo,
rezando amor,
despeinada por viento.

De tanto mirar pa’ rriba,
para no agobiarse,
terminó casándose con la luna,
única luz que iluminaba,
su oscuridad.

Hasta en su lecho de muerte,
su último suspiro,
fue recordando,
lo que no había ocurrido.
Magia de su emoción.
Pócima envenenada.

Su dragón siempre fue su dragón,
creador de arte y leyenda,
la imaginación,
le hizo morder sus labios,
hasta morir,
en su propia realidad.
Visible con ojos cerrados,
escondida en las redes,
de cárcel sin sonrisa.

3.400 años después
se sigue hablando de ellos.

¿Mito o verdad?

¡Ninguno!
Raíz universal.

Y la lira, empezó a sonar.

Atentamente;
H6 sobre tablilla de arcilla.

El Himno de Ugarit fue la primera canción escrita que se ha encontrado.

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