Escritos de Enheduanna sobre Innana, diosa del cielo y de la tierra

Antes de los dioses solares, del trueno y de los cielos existía la creencia en las diosas, terrenales, subterráneas, de las cuevas y las profundidades. Diosas que, a medida que avanzaba la civilización y se creaban imperios, fueron desplazadas, perdiendo sus atributos originales.

Innana, la poderosa diosa del cielo y de la tierra, protectora de la ciudad de Uruk (Mesopotamia), descendió al inframundo (el mundo de los muertos y de los espíritus): Desde el Gran Arriba la diosa abrió su oído al Gran Abajo /… Ereshkigal, la diosa del inframundo, ordenó que se atrancaran las siete puertas y se despojara a Innana de sus vestimentas reales…

Estos cantos dedicados a la diosa más importante de la antigüedad, Innana, fueron escritos por su sacerdotisa, la poeta acadia Enheduanna, hija del rey Sargón. De la cultura sumero-acadia nació la civilización más antigua del mundo, donde se inventó casi todo, donde todo fue «la primera vez»: las primeras ciudades, el torno alfarero, la rueda, la escritura cuneiforme (anterior a los jeroglíficos egipcios), la literatura, la división del tiempo en 60 segundos, 60 minutos y 12 horas, los primeros códigos legales…

Entre estas primicias están el primer gran poema épico, La Epopeya de Gilgamesh (de autor anónimo) y los primeros textos firmados y atribuidos a una persona: la primera poeta, la primera escritora conocida, curiosamente, fue mujer: Enheduanna, sacerdotisa de la luna (Nanna). Ella firmó los himnos a Innana, un primer (de nuevo) intento de hacer una teología sistemática. Hablamos del 2.300 a.n.e. «Un relato “grandioso” sobre una mujer –como inspiración, guía y modelo–», explicaba Diane Wolkstein, narradora oral y folclorista.

La escritura y el oficio de escriba tenían a sendas diosas por patronas. En Sumer, las mujeres tenían derechos que luego perdieron: eran dueñas de su dote, podían hacer testamento, heredar, podían estudiar y trabajar al margen del marido… Lo cuenta Samuel Noah Kramer en su libro La historia empieza en Sumer.

Muerte y resurrección

Ereshkigal amarró el ojo de la muerte sobre Inanna / Habló contra ella su palabra de ira. / Exclamó contra ella su grito de culpa. / La golpeó. / Inanna se convirtió en cadáver, / Una pieza de carne podrida, Y fue colgada de un gancho sobre la pared (Cantos e himnos de Sumeria, compilación Diane Wolkstein y S.N. Kramer).

La diosa Innana estuvo tres días muerta, y al tercero… resucitó. ¿Os suena esta historia?

Enheduanna escribió 42 himnos y tres poemas épicos. Su poema más famoso: La Exaltación de Innana. Como sacerdotisa y teóloga puso a Innana a la cabeza del panteón de dioses sumerio y establece una relación personal (introduce el «yo» en sus textos) con la diosa. También fue música y compositora, además escribió las crónicas del derrocamiento de su padre y el destierro de su familia.

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