Raíces universales

Todos nacemos en un tiempo y un espacio que no elegimos. Absorbemos creencias, formas de mirar y de pensar… Creemos que nuestro ideal de pareja, nuestra religión o nuestras aspiraciones son algo que nos nace de dentro, pero no…, las aprendemos, nos impregnan, las interiorizamos.

La raíz es el sustrato que nos alimenta, a veces ese sustrato es muy profundo y desconocemos cuán atrás en el tiempo se inició.

Europa es una fusión de pueblos. En España nos fijamos en los más recientes: godos, árabes, romanos… Pero, como toda Europa, bebemos de las antiguas fuentes de Egipto y Mesopotamia… América tiene raíces que abrazar antes de 1942. En Oriente Medio nace la cultura como tal, la ciudad, la vida sedentaria. Y en África nace la especie humana.

En las raíces más profundas, todos los pueblos nos encontramos, en nuestros orígenes sapiens, en las cuevas, en la espiritualidad esencial, en los inicios del fuego y la metalurgia…

Pensamos que una cultura se define por sus orígenes, en realidad, una cultura nace de una imagen común de futuro: es la imagen que cada pueblo se da a sí mismo.

Cada cultura propone una imagen de «ser humano». Nuestra cultura actual, que se ha globalizado, nos propone un modelo de ser humano pequeñito, compitiendo todos con todos, donde el valor central es el dinero, distraerse y acumular.

Entender de dónde venimos nos ayudará a intuir qué caminos se abren ante nosotros: podemos repetirnos, destruir nuestro mundo o crear uno nuevo.

Para empezar, necesitaremos abrir puentes de diálogo con otras culturas y buscar eso común y valioso que nos aporta lo diferente.

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